Mensaje del Editor
The EuroEspes Journal (Gen-T), en sus versiones nacional, internacional y digital, es un vehículo de expresión plural y multidisciplinar para la difusión de la cultura científica en el campo médico, con especial énfasis en las nuevas áreas de la Medicina Genómica, la Farmacogenómica y la Biotecnología de la Salud.
La ciencia no evoluciona a saltos sino en pequeños pasos que tardan años en consolidarse y ser admitidos por la comunidad científica. Muchas de las técnicas que hoy utilizamos de rutina en el quehacer médico han tardado décadas en ser admitidas como procedimientos habituales, y hoy nadie las cuestiona (tengan valor actual o no). En disciplinas tan modernas como la medicina genómica, la biotecnología aplicada a la salud y la farmacogenómica, la resistencia a su incorporación conceptual y procesual en la medicina práctica es obvia. Harán falta años de educación, concienciación profesional y social, y adoctrinamiento mercadotécnico para que las administraciones, la profesión médica y la sociedad las admitan como instrumentos, procesos e intervenciones de valor diagnóstico y terapéutico.
Uno de los objetivos de Gen-T es acercar estos nuevos conceptos a los interesados; paso a paso, sin precipitación, con el asiento gradual que requiere toda novedad, pero con el convencimiento de que el progreso es un deber de toda profesión. En contra de lo que algunos pudieran creer, el mantener una actitud profesional progresista no es de derechas ni de izquierdas, sino de mentes responsables que conciben el avance científico y técnico como algo natural e ineludible. Resistirse a ese progreso es irresponsable. Pero la ciencia no es ideológicamente neutra. En nombre de la ciencia se han cometido tantas atrocidades como en nombre de la religión. El progreso científico le ha costado la hoguera a muchos genios, aunque la historia les haya redimido luego de su herejía. Hoy sigue habiendo herejes y sigue habiendo inquisidores; hoy sigue habiendo hogueras; quema más el maltrato psicológico y moral que las llamas inquisitoriales del pasado. Hoy los inquisidores han cambiado sus hábitos; administradores, políticos, burócratas, inmovilistas y ciertos poderes fácticos ocultos tras la cortina de la industria son los nuevos inquisidores que han usurpado el lugar de la antigua hegemonía eclesiástica; son los que imponen lo que debe hacerse y lo que no; establecen lo que vale y lo que no vale, y juzgan la novedad con la vara de medir raquítica de su limitado conocimiento o interés oportunista. En frente debiera estar el científico aséptico consagrado al santo deber de la verdad, motivo final de todo conocimiento científico; pero hoy no abundan aquellos que con sentido vocacional se dediquen a la búsqueda de la verdad desnuda. Hoy la ciencia tiene ideología: la ideología de quien la paga. No es lo mismo la ciencia del funcionario público que investiga por razones curriculares o ambición personal que la ciencia que nace de fuentes privadas obligadas a convertir las patentes en productos comerciales orientados a la solución de un problema de salud concreto. No tiene el mismo valor la ciencia que se financia de lo público que la que surge de la necesidad u obligación de lo privado. No es igual el rigor laxo con el que se investiga en la universidad que el rigor medido, controlado y supervisado de la investigación privada. No está sometido al mismo control de calidad lo que se hace en un laboratorio universitario que la actividad que se desarrolla en un laboratorio privado, sometido a todo tipo de controles por parte de los mismos inquisidores que obvian autoevaluarse en el sector público. Estas desigualdades convierten a la ciencia en algo asimétrico, cuando el control de calidad, la supervisión de las actividades y la rigidez legal no es igual para todos; cuando los árbitros están comprados; cuando los jueces son parte interesada en el veredicto.
La ciencia no es opinable; sólo es medible; pero en nuestra sociedad se ha instalado el vicio de la opinión indocumentada. Cuando se emite un juicio de valor y no se analiza su veracidad, quien incurre en esta mala costumbre, además de faltar a la verdad está cometiendo un delito y haciendo un daño social, por la confusión a la que incita; y, desgraciadamente, muchos inquisidores abusan de su posición social o política para imponer criterios a los demás que no se ajustan a la realidad medible; pero no hay justicia que los aplaque, porque el mismo que abusa hace la ley para protegerse de sus propios abusos.
Gen-T no es ideológicamente neutra. Nuestra línea editorial representa una forma de concebir el progreso; admite y respeta las opiniones, pero preferimos la documentación. Sin faltar al rigor científico, nos gusta que el mensaje llegue a todos. El poder real está en la ciudadanía; por lo tanto, toda persona tiene derecho a conocer y participar del progreso que contribuye a su salud y bienestar. El santuario de la ciencia debe estar abierto al público. En este discurso el conocimiento debe ser accesible a laicos y profesionales; de tal manera que todos puedan aprovechar de alguna forma el contenido de la información que emitimos. Estamos abiertos a todo el que quiera contribuir a ese conocimiento, pero somos selectivos, porque no todo resultado –aunque esté sometido a peer review- merece la misma consideración. Creemos que las ciencias de la salud deben cristalizar en medidas prácticas con repercusión directa en el bienestar de las personas, en las conductas preventivas y en el control de la enfermedad. Creemos que educar es más rentable que prohibir, ordenar o regular coercitivamente. Creemos que las decisiones de una administración no pueden ser unilaterales a la hora de imponer normas basadas en la ideología. La ciencia no puede ser inmovilista, porque muchas de las verdades que hoy asumimos casi como dogmas de fe probablemente mañana se quedarán en simples verdades a medias o meros episodios del pasado. El conocimiento no admite dogmas y los dogmáticos difícilmente pueden ser sanos cultivadores del conocimiento.
Gen-T está para servir a la gente libre, a las personas que entienden el hoy como un tránsito hacia el mañana. El conocimiento es eso: aprender del pasado, ordenar y perfeccionar el presente, y perseguir un futuro mejor, libres de los yugos de la conveniencia interesada y de las actitudes inquisitoriales de partidistas y sectarios, asumiendo que la sabiduría es un manantial que no brota en cualquier parte.
Ramón Cacabelos